Siempre me han fascinado las cápsulas del tiempo. Me refiero a esas cajas herméticas que guardan objetos representativos de una época, de una vida, de un momento y que están destinadas a ser abiertas después de muchos años.Hay algo mágico en la idea de preservar pequeños pedazos del presente como un mensaje lanzado al futuro.
Algunas cápsulas del tiempo, ya abiertas, nos han mostrado fragmentos fascinantes del pasado y de las personas que las crearon. Otras muchas aún esperan su momento, con fechas de apertura tan lejanas que ninguno de nosotros verá. Y luego están esas cápsulas eternas, como el disco dorado de las sondas Voyager, viajando por el espacio destinadas seguramente a no ser abiertas jamás.
Siempre he querido crear mi propia cápsula del tiempo, pero nunca terminaba de decidirme sobre qué objetos incluir o dónde enterrarla. Y entonces pensé: ¿por qué no crear una cápsula del tiempo «inmaterial»?
Con esta idea nace este blog. Será una cápsula del tiempo que no contendrá objetos físicos, pero sí trozos de lo que me vaya encontrando por el camino. Será un espacio donde iré guardando poco a poco todo aquello que me guste, me disguste, me parezca interesante; porciones de lo que me vaya sorprendiendo y sienta que merece estar aquí para que, dentro de… ¿quién sabe cuánto?, poder abrirla y descubrir, estoy convencido, más de una sorpresa.
No sé muy bien hacia dónde me llevará esto. No tengo ni idea de qué hablaré por aquí, así que dejaré que este espacio sea tan imprevisible y contradictorio como lo soy yo. No me censuraré, no me limitaré. Fluiré.
Si en algún momento quieres abrir esta cajita y asomarte para ver su contenido siéntete libre de hacerlo.
Bienvenida, bienvenido a mi cápsula del tiempo.